Luis de Madrazo realiza una copia
del retrato de Leocadia Zamora y Quesada pintado por su hermano Federico en
1847. Madrazo la retrató por encargo de la madre de Leocadia y el cuadro causó
sensación en Madrid, tanto por su calidad como por la fama y belleza de la
retratada. Tal fue así que Luís decidió ejercitarse pintando una copia en
tamaño más reducido, aunque carente de la fluidez, delicadeza pictórica y
precisión dibujística del original.
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