En esta obra Fra Angelico
presenta a la Virgen María sentada sobre un cojín sujetando al Niño de pie
sobre su regazo con la mano izquierda, y un jarrón con una rosa y una azucena
en la derecha. Viste un manto azul con bordes dorados y una túnica roja. Sobre
la cabeza ostenta una aureola con la inscripción “AVE MARÍA GRATIA PLENA”. El
Niño viste túnica rosa con un cinturón azul claro y sobre su cabeza ostenta también
una aureola. Mientras se apoya con el brazo derecho en el hombro de la Virgen,
le ofrece una azucena, símbolo de la pureza, con la mano izquierda.
En la parte superior tres ángeles
sujetan un cortinaje de honor, decorado con cenefas negras, a modo de
baldaquino; otros dos están sentados a los pies de la Virgen y el Niño tocando
sendos instrumentos musicales, uno el laúd y otro el órgano. El pintor utiliza
en esta pintura el dorado con profusión, lo que confiere un mayor carácter
divino, a la vez que presenta a una Virgen joven e inocente, que conserva en su
rostro cierto hieratismo propio de la tradición medieval.
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